Mucho es lo que se ha escuchado hablar durante los últimos tiempos acerca de Carlos Fulda, o “Carlitos” Fulda, como comúnmente se le conoce. Y es que las habilidades del novato de Gladiadores de Anzoátegui lo han conducido a ganarse cada segundo jugado dentro del tabloncillo y a pensar en un exitoso porvenir.
Asimismo, además de hacer referencia al épico momento que está viviendo actualmente el muchacho de Volcadero, el departamento de prensa del conjunto oriental logró abordar otros temas de interés en conversación con el mismo “Carlitos” a fin de que toda la fanaticada del baloncesto se diera por enterada de algunos detalles de la vida personal y profesional de la joven promesa.

Ahora bien… ¿Será cierto ese refrán que cita que “dentro del barrio es donde se encuentra la verdadera esencia del baloncesto”? Pues, como quiera que sea, Carlos Fulda, así como una gran cantidad de atletas a escala mundial, es una fiel prueba de ello.
“Yo nací en Guaraguao; soy de un barrio llamado Volcadero, que está ubicado en el Municipio Guanta del estado Anzoátegui. Es un barrio pesquero y humilde. Y allí comencé a jugar al baloncesto cuando tenía 8 años”, cuenta Carlos al momento de romper el hielo y hablar un poco acerca de su infancia.
Pero, cabe aclarar que no solía jugar en una escuela como tal. Al contrario, el sueño y el amor por el basketball comenzó gracias a un señor llamado Víctor Rivero, alias “Pinta”.

“Éramos ocho chamos, del mismo barrio. Y todos íbamos a practicar en cualquier cancha con “Pinta”. Siempre salíamos a jugar en la misma zona: Guanta, Los Cocalitos, La Cancha de El Padre, etc.”, recuerda.
Y con respecto a Víctor Rivero, Carlos manifiesta que “Dios me lo bendiga. Afortunadamente, todavía está vivo. Él fue una gran influencia para que yo me vinculara de forma directa con el baloncesto”.
“La verdad es que tengo mucho que agradecerle y, cuando puedo, se lo hago saber. Siempre me apoyaba y me aconsejaba. Siempre estuvo pendiente de que aprendiéramos lo básico acerca del baloncesto. Él era el que estaba ahí en el barrio con nosotros, “pa’ lante” en todo momento”, expresó.
“A veces no teníamos dinero para pagar el pasaje para ir a jugar en Guanta, por ejemplo, y él nos iba a buscar. También nos dotaba de materiales cuando los necesitábamos. De una u otra manera, siempre conseguía la forma de resolver”, agregó.
Y con “Pinta” estuvo hasta cumplir los 12 – 13 años de edad. Sin embargo, más adelante, luego de haber observado las habilidades y destrezas de Carlos para el basket, apareció en escena su padre, quien deseaba que su hijo tuviera una mentalidad un poco más abierta, expandiera sus horizontes y jugara inclinándose hacia un nivel cercano al profesional.
E.D. José Ángel Hernández
“Allá en Guanta no era muy común jugar al baloncesto. Y como él ya sabía que yo tenía mucho talento desde pequeño, me llevó a la escuela de José Ángel Hernández, ubicada en La Caraqueña, Puerto La Cruz”, especificó Carlos.
“Como lo mencioné anteriormente, tenía 12 – 13 años y, cuando llegué a la escuela, estaba la profesora Roselena y José Ángel. Allí duré 2 o 3 años entrenando, jugando y demostrando, ya que veía el desenvolvimiento de los otros niños y eso me motivó a seguir trabajando día a día para llegar a donde estoy”, explica.
“Todos saben que José Ángel fue jugador profesional. Él siempre me ha apoyado. De hecho, hasta ahora, continúa apoyándome”, afirma. Y es que consejos como “sigue trabajando duro” y “no te detengas”, son los que “Carlitos” recibía constantemente de la ex figura del baloncesto nacional, mejor conocido como “El Cristo Negro”.

“Yo lo considero mi segundo papá. Con regularidad me llama. Él y Roselena siempre están pendientes de mí. Incluso, cuando voy a la escuela a visitarlos y a apoyarlos en cualquier actividad, representa una alegría tanto para ellos, como para mí”, admite.
Asimismo, asegura que el hecho de haber salido de las filas de esa academia de baloncesto “es una alegría”, así como lo es la presencia de José Ángel y Roselena en “El Coliseo” cada vez que a Carlitos le toca pisar el tabloncillo.
“Ellos me vieron crecer y son un orgullo para mí. Tengo mucho que agradecerles por confiar en mi trabajo ya que, a esa edad, yo no tenía como quien dice mucha mentalidad de llegar a ser profesional”, recalca.
Posteriormente, y aún formando parte de la academia de José Ángel, el nombre de Carlos Fulda comenzó a sonar gracias a su desempeño en los torneos, competencias y otras actividades relacionadas a los interclubes que se llevaban a cabo en la zona metropolitana del estado.

“Siento que esa fue la época en la que “Carlos Fulda” comenzó a sonar. Me llamaban “El de Guanta”, “El Muchacho”, entre otros apodos”, cuenta.
Del tryout a un siguiente nivel
En el año 2019, cuando “Carlitos” tenía 16 años de edad, fue llamado al tryout que organizó Gladiadores de Anzoátegui. “Me sorprendió la llamada. No la esperaba. Entonces, cuando mi papá me avisó que fui llamado al tryout, fue un momento muy emocionante para mí porque quería llegar a seguir demostrando mi talento”, dijo Carlos.

Y ese era su objetivo, seguir mostrando de qué estaba hecho ante la vista de todo el estado Anzoátegui y otras fronteras.
“El principio del tryout fue impactante para mí. Habían más de 45 jugadores. Y yo veía que todos eran mucho más altos y mucho más fuertes que yo. Pero, física y mentalmente me preparé, y me dije a mí mismo: “Ya estoy aquí. Ahora quiero seguir, y seguiré”. Me esforcé. Y quedé en el equipo”, recuerda con orgullo.

De igual forma, admite que vivió momentos duros. Sin embargo, continuó trabajando y asistiendo diariamente a las prácticas para, finalmente, ganarse el puesto, que era lo más importante para Carlos en aquella oportunidad.
“Sentí tremenda satisfacción y, para mi familia, el hecho de haber quedado en el equipo también fue un motivo de gran orgullo, porque duré mucho tiempo esforzándome para lograr esa meta”, expresa.

Luego, con el transcurrir del tiempo, “Carlitos” Fulda comenzó a caer en cuenta de que cada sacrificio había valido la pena, aunque todavía fuera un joven. “Quería demostrarle a mi papá y a muchas personas que yo era bueno. Y gracias a Dios siempre he contado con su apoyo y sus consejos”, refiere.
El reto de permanecer
Para Carlos, al igual que para cualquier joven que pretende ganarse un lugar en el equipo grande, el reto no solamente es llegar y conquistar. Más allá de eso, la verdadera lucha radica en permanecer dentro de la plantilla.
“Desde el año 2019 estoy aquí en Gladiadores gracias a mi trabajo y a mi dedicación día a día. Quiero seguir trabajando duro con el equipo y seguir demostrando todo lo que hay en mí. No es nada fácil, como muchas personas lo piensan. Mantenerse aquí es súper difícil. Cada año, cada temporada, el trabajo es más duro”, asegura.

De igual modo, agrega que “desde el momento en el que se integran jugadores nuevos al equipo, que son mucho más fuertes y experimentados, tengo que rendir al 100% y demostrar que estoy apto para todo. Aquí, cada día vengo a mejorar. Y siento un gran compromiso con el coach Ronald (Guillén) y con el resto del cuerpo técnico”, reflexiona.
Gladiadores, según Carlos Fulda
“Puedo describir a Gladiadores como una segunda familia durante todo el tiempo en el que he estado aquí porque, de aquí (Gimnasio “Luis Ramos”), tengo que irme para mi casa, y de mi casa, tengo que venir para acá. De hecho, creo que ésta ya pasó a ser mi primera casa, porque permanezco más tiempo aquí que en la mía propia”, dice entre risas.

El gran Oscar
Se supone que, dentro y fuera de nuestras áreas de mayor interés en la vida, siempre admiramos a una especie de ídolo o modelo a seguir. Y, en el caso de “Carlitos”, “Oscar Torres es el mejor del estado, el mejor de Venezuela, el mejor del mundo”, afirma.

“Es un personaje muy humilde. ¡Lo quiero mucho! Siempre me ha apoyado, me ha aconsejado y ha conversado conmigo. Tengo mucho que agradecerle y que aprender de él todavía. Excelente persona, lo más grande en humildad”, describe Carlos.
Un ídolo ausente, ¡pero siempre en su corazón presente!
Carlos Fulda no pudo ocultar el respeto que siente por la mítica leyenda y ex jugador de los Lakers de Los Ángeles en la mejor liga del mundo: Kobe Bryant, “The Black Mamba” o “La Mamba Negra”.
“El muchacho de Volcadero” define al ya fallecido atleta profesional como “un hombre trabajador.”

“Su legado siempre vivirá para mí. Todo el tiempo veo sus videos. Me gusta mucho como jugaba. Era humilde, sencillo y tranquilo. Pero, no le tenía miedo a nadie. Para mí, Kobe era la mente maestra de toda la NBA. Aunque lastimosamente ya no esté, es una leyenda, por eso sigue y seguirá vivo.”, recalca.
“El mejor papá del mundo”
El padre de Carlos Fulda, como se ha mencionado anteriormente, ha sido una pieza clave en su crecimiento y desarrollo, tanto en lo personal como en lo profesional. Y es por esa razón que “Carlitos” no duda en hablar acerca de la importancia que ha tenido la figura paterna en su vida.
“No exagero cuando digo que son las 04:00 de la mañana, y mi papá está despierto. Y son las 11:00 de la noche, y continúa despierto. Es un hombre admirable y trabajador. Un ejemplo a seguir para mí desde siempre. Mi papá es el mejor del mundo”, profundiza.

Además, menciona que, en cada partido, el señor Fulda asiste fielmente para brindarle todo su apoyo. “No sé describir la emoción que siente mi papá cuando me ve jugar. Siempre está ahí, en las gradas, presente conmigo”, relata.
Posible comunicador en un futuro
Y como no todo es basketball en cuanto a gustos y colores, el base/escolta contó que, en un futuro y cuando el baloncesto le permita tener un poco más de tiempo libre en su agenda, le gustaría estudiar Comunicación Social, pues, se declara amante de las entrevistas, de los procesos de grabación y recolección de material audiovisual, entre otros tópicos relacionados.
“Aunque el baloncesto absorba gran parte de mi tiempo, estoy seguro de que más adelante podré ver materializado ese objetivo. Nunca es tarde para estudiar”, asegura. Sin embargo, a la vez aclara que su prioridad sigue siendo el basket y que, por el momento, no quiere distracciones que puedan desconcentrarlo y apartarlo del foco.
La NBA no es un sueño imposible
Carlos Fulda reiteró que, uno de sus objetivos principales dentro del baloncesto, es alcanzar niveles mucho más elevados. Por ejemplo, representar a Venezuela es uno de sus metas trazadas más cercanas.
No obstante, el mejor basketball del planeta, es decir, la NBA, también se encuentra anotado en su checklist.
“Todos los días trabajo con el firme propósito de alcanzar todo lo que me he propuesto. Y sé que, para llegar lejos, tengo que esforzarme y actuar en base a la humildad, constancia, dedicación y disciplina. Porque la disciplina es una cualidad que te cambia la vida”, sostiene.

“Por más difícil que sea levantarse temprano, aguantar el sueño, venir a entrenar, etc., estoy claro de que debo hacerlo porque, quedarme esos “20 minutitos más” en la cama, no es precisamente lo que va a conducirme a la consecución de mis objetivos”, dice.
Al contrario, lo que hará que Carlos Fulda continúe brillando, será levantarse temprano, seguir las instrucciones del día al pie de la letra, repetir y no parar.
Guanta
“Carlitos” asegura que no olvida y nunca olvidará sus raíces, independientemente de dónde se encuentre dentro de 5 o 10 años.

“Siempre voy a ser la misma persona, siempre voy a llevar a Guanta en el corazón. Incluso, cuando llego a mi barrio Volcadero, todo el mundo me recibe con los brazos abiertos. Siento que, gracias a todo mi trabajo y a mi esfuerzo en Gladiadores, me he ganado un respeto. Y no sólo en Guanta, también en todo el estado. Siento que ahora sí me están conociendo…”, expresó.
El basketball para Carlos Fulda
“El baloncesto representa para mí un estilo de vida. Es una emoción indescriptible. Una alegría que no tiene límites. Es el deporte que he amado desde que era muy pequeño. De hecho, siempre tenía un balón en la mano. Por lo tanto, esto es lo que me gusta y este es mi trabajo.
Aunque hay que sacrificar muchas cosas, lo hago con todo el amor del mundo. No me pesa, porque si quiero llegar lejos, tengo que poner todo mi empeño y dedicación”.
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