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Keving Palacios, un ala-pívot con fortaleza, temple y honor

Keving Palacios, figura histórica del baloncesto venezolano y miembro del actual cuerpo de asistentes técnicos de Gladiadores de Anzoátegui, contó gran parte de su vida personal y carrera profesional al departamento de prensa de la Armadura.

Gracias a ello, los lectores podrán conocer lo que muchas veces “el ojo no puede ver”, ya que, una situación es la que se observa desde las gradas, y otra muy distinta la que puede estar atravesando un atleta en cualquier ámbito de su vida…

Conocido como “K.P.” gracias a las iniciales de su nombre y su apellido, ha logrado destacar dentro del basketball nacional e internacional en países como Estados Unidos, Polonia, Uruguay, entre otros. Sin embargo, al igual que muchos otros deportistas, no estuvo exento de pasar por momentos duros, los cuales pudo superar llenándose de valor y asumiendo una actitud firme ante circunstancias adversas.

El motivo de inspiración y sus inicios

Como hijo de Armando Palacios, ícono y leyenda del baloncesto nacional, Keving cuenta que su siempre recordado padre fue el motivo principal de inspiración para comenzar a relacionarse con el deporte del tabloncillo.

“Como todo el mundo lo sabe, mi papá tuvo una carrera profesional excelsa. Estamos hablando de uno de los mejores basquetbolistas de la franquicia de Gaiteros del Zulia. Primer lugar en rebotes y segundo lugar en puntos después de Ruben Nembhard”, recuerda Keving.

Asimismo, agrega que “hasta hace pocos días, ocupaba el puesto número 8 del “Top 10 Históricos en Dobles” con 3.304, pero fue superado por Axiers Sucre, de Broncos de Caracas”.

Y para complementar con otro de sus hitos, rememora que también fue parte de la plantilla que participó en la 5° Edición del Campeonato FIBA Américas de 1992, es decir, de los legendarios “Héroes de Portland”.

Pero ¿quiénes fueron los “Héroes de Portland”? Aquella mítica escuadra venezolana que obtuvo Medalla de Plata en la final frente a la selección de Estados Unidos, equipo que, en aquella época, fue denominado el “Dream Team”.

“Mi papá jugó contra EarvinMagicJohnson, Michael JordanSu Majestad”, Larry Bird, David Robinson, Scottie Pippen, Karl Malone, entre otros”, enumera Keving.

Y con tal historial, ¿quién podría negarse a seguir sus pasos…?

Ahora, si a hablar de su crecimiento vamos, toca contar que nació en la ciudad de Caracas, no obstante, parte de su infancia y adolescencia se desarrollaron entre Maracaibo y San Cristóbal, aunque siempre viajaba a la Capital durante las vacaciones.

De hecho, con cierta gracia asegura que, aunque muchas personas lo llamen “maracucho”, es y siempre será caraqueño.

“Crecí dentro de una cancha, yendo a muchos juegos; sin embargo, no jugaba basket en ese entonces, sino béisbol, porque mi mamá me llevaba a las prácticas. Y acuérdate de que, cuando uno es niño, hace lo que mamá diga”, contó entre risas.

“Mi papá, por el contrario, tuvo una paciencia gigantesca y fue dejándome sus rastros y enseñanzas; con él aprendí a driblar, a lanzar, etc. Por esa razón, cuando estaba en plena adolescencia y decidí jugar basket, ya contaba con muchas herramientas y habilidades que quizás otros niños no tenían”, manifiesta.

Y cuando cumplió 15 años, se regresaron definitivamente a Caracas, aclarando que “el baloncesto era muy diferente, pero fui adaptándome poco a poco, y me fue bien”.

Año 2005: South Carolina. Comienza una ardua lucha por cumplir objetivos

Keving Palacios estudió bachillerato en Estados Unidos. Al finalizar, asistió a un Junior College gracias al hecho de haberse ganado una beca. En resumidas cuentas, vieron su talento, lo reclutaron, y fue así como llegó a South Carolina, específicamente, a South Carolina Gamecoks.

“Mi paso por South Carolina fue muy gris, porque ese mismo año sucedió lo de mi papá. De hecho, debo decir que en realidad yo no iba a South Carolina. Ya mi papá se había ido, y no estaba preparado ni mental ni físicamente para jugar basket”, recordó con nostalgia.

“Fue lo más cerca que estuve de cumplir el sueño de todo basketero: Ganarse un puesto en la liga más grande del mundo, pero no sucedió así”, recalcó.

Y es que para Keving, fueron muchos los factores que influyeron: tristeza, depresión, estar lejos de casa, entre otros. Y en efecto, admitió que “hacía la maleta todos los días para regresarme a Venezuela”.

“Me levantaba a las 06:00 de la mañana, lanzaba (pelotas), regresaba, y comenzaba a hacer la maleta al tiempo que me preguntaba a mí mismo: “¿Será que me voy hoy? ¿Será que no me voy hoy? ¿Qué estará ocurriendo en mi casa? ¿Qué no estará ocurriendo en mi casa?”, contó.

Posteriormente, al culminar el primer semestre, estaba jugando con muy poca frecuencia. No obstante, ¡llegó un cambio que lo ayudaría a recuperarse mentalmente!

“Recibí dos llamadas muy importantes: Una, de Greivis (Vásquez) y otra, de Diego Guevara, quien, por cierto, me ha ayudado muchísimo. Inclusive, en esa época me invitó a pasar las navidades en su casa”, especificó.

“Cuando Greivis me llamó, me dijo: —Hermano, ¿cómo estás? ¿Qué te pasa? ¡No eres tú! Habla con los coaches y ¡ponte pa’ la movie! Ya estás aquí. Es duro, pero ¡ponte pa’ la vuelta!—”, continuó…

“¡Me puse pa’ la vuelta! Mis compañeros me recibieron de la mejor manera, hablé con los coaches, tuve la aprobación de todos ellos y empecé a jugar minutos… Sentía que estaba despegando, pero todo se derrumbó cuando me partí el pie”, precisó.

Luego de la inoportuna lesión, Keving fue operado. Y estuvo cumpliendo reposo durante aproximadamente 6 – 7 meses.

“¡Imagínate! Casi 7 meses sin poder caminar. Entonces, ya había experimentado un “down” mental, logré levantarme, pero volví a caer… Y me atrevo a decir que, probablemente, fueron los 7 meses más oscuros que yo viví, porque, debido al hecho de no poder caminar, tenía una bota, después usé muletas, y, por último, estuve en silla de ruedas”, señaló.

Físicamente, Keving tenía la garantía de una recuperación. Sin embargo, resalta que, para un adolescente que se estaba levantando, que estaba jugando, que había llegado a donde quería llegar y que le estaba comenzando a ir bien en el equipo, una lesión fue lo peor que le pudo suceder.

Luego, se vio obligado a tomar la dura decisión de dejar la universidad y de comenzar a buscar las maneras de convertirse en un profesional.

“Yo creo que mi familia no aguantaba más; y que me lesionara, fue peor. Donde yo estaba, todo era muy bonito. Pero mentalmente, nunca estuve allí… Incluso, hoy en día lo pienso y, aun cuando ha pasado mucho tiempo, sigo considerando que, de mente y espíritu, jamás estuve”, asegura.

Tiempo después, cuando comienza su proceso de recuperación, se da su primer contrato profesional para emprender su carrera y es ahí cuando le toca mudarse a Polonia…

Año 2006: Stal Ostrów Wielkopolski. ¡Se levanta un grande!

En épocas anteriores, las universidades les permitían a los atletas viajar a Venezuela durante el verano.

“Como yo estaba en un nivel de preselección de mayores, le comenté a HéctorPepitoRomero, quien también se ha portado de una manera increíble conmigo, que iba a la universidad y que quería comenzar a jugar para ganar dinero, y aproveché y le pregunté que quién era su agente”, relató.

En ese momento, “K.P.” se comunicó con el agente de Romero y fue esa persona quien logró cerrar su primer contrato profesional. Y aunque el cambio de Norteamérica a Europa resultó drástico con un clima en -10°C, el ala-pívot de 2,03 m. ¡había vuelto! y, del mismo modo, había comenzó a jugar un baloncesto más constante.

“La gente me decía: —Este es el invierno más caliente que hemos tenido, porque, generalmente, aquí las temperaturas oscilan entre los -20 y -25°C—. Y, literalmente, yo entrenaba con el uniforme del equipo, short, franelilla, y abajo utilizaba un mono, un suéter y una bufanda”, recordó a carcajadas.

De igual forma, afirma que, a diario, sentía que se estaba congelando. “Pero, para que tú veas, eso influye mucho en tu vida cuando te conviertes en un profesional, porque tienes que encontrar la manera de hacer tu trabajo bajo cualquier circunstancia. Y yo creo que todo eso, hasta ahora, me ha ayudado muchísimo como persona y como profesional”, reflexiona.

Con respecto al trato del equipo, considera que “fue excelente”. “El basket es un deporte mundial. Y no tengo quejas de la plantilla. De hecho, como yo domino el inglés, el proceso comunicativo con otros americanos dentro de Ostrów, era muy sencillo”, contó.

Gastronómicamente hablando, sí que no la tuvo tan fácil “K.P.”, pues también entre risas, recuerda que “yo nunca había estado tan flaco en la vida. Lo único que comía era shawarma, pero de cordero, y era lo que más o menos pasaba. Pero, mayormente, comía mucha sopa de cebolla y vivía metido de cabezas en un Mc Donald’s, extrañando un pollo guisado con zanahorias y papas de Venezuela”.

Durante su estadía en Polonia, Keving dejó promedios de 13.2 puntos anotados, 4.4 rebotes y 0.8 asistencias en 22.0 minutos haciendo sonar el tabloncillo.

Baloncesto venezolano: ¡Llegó Keving!

Año 2008 al 2011: Cocodrilos de Caracas

“Cocodrilos de Caracas fue mi primer equipo en Venezuela. Mi mamá vive prácticamente a 5 minutos del Parque Naciones Unidas, entonces era como el de la casa, más el recibimiento no fue el de la casa. Cocodrilos, para ese entonces, era muy duro, y yo debuté con ellos”, rememoró.

Con los Saurios, Keving fue a tres finales, de las cuales gano dos. La primera, antes de ser trasladado a Gigantes de Guayana en calidad de préstamo y, cuando regresó a Cocodrilos, logró ganar un segundo título.

“En realidad, Cocodrilos tenía mucho material, y yo quería un rol un poquito más protagónico… Entonces, me dejaron ir. Regresé, ganamos, y después finalicé mi contrato, y ahí es cuando voy a Panteras”, informó.

Año 2011: ¡Voy y vengo!

A Keving se le presentó la oportunidad de demostrar su talento y poderío en suelo uruguayo cuando el equipo Club Atlético Cordón (Montevideo) lo contrató como refuerzo con el propósito de obtener uno de los 8 cupos para asegurar su pase a la siguiente ronda.

¡Y dictó cátedra!, pues, con respecto al promedio, manejó cifras de 20.6 puntos y 5.4 rebotes, además de un increíble 50% en lanzamientos en el área de tres puntos.

Asimismo, llegó a ocupar la décima posición entre los mejores anotadores del baloncesto uruguayo.

Año 2011 al 2013: Panteras de Miranda

Keving finaliza contrato con Cocodrilos de Caracas de manera oficial, y llega a Panteras de Miranda.

“Mi época en Panteras fue muy dura. Probablemente, fueron unos años muy grises para mí porque comenzaron a aparecer las lesiones nuevamente como molestias en la espalda, fascitis plantares y problemas en la vista. Y por mucho que quería hacer figura en un equipo, no sucedió con Panteras”, acotó.

De igual modo, agrega que “fue muy difícil para mí, tomando en cuenta que venía de ganar prácticamente todos los días de un equipo enrrachado, a un equipo del sótano. Luego comenzaron a ponerse de manifiesto los downs mentales otra vez, porque, como jugador, cuando te va mal, pierdes la confianza en ti mismo. Y, la verdad, fueron momentos muy duros”.

Posteriormente, durante la última temporada, Keving logró salir del bache y levantarse. Se preparó debidamente y concretó el cambio hacia Bucaneros de la Guaira.

Año 2014: Bucaneros de la Guaira

“Duré una temporada en Bucaneros de La Guaira y, después me trajeron aquí a Puerto La Cruz, pero más nunca he podido irme”, resalta con gracia y dicha.

Año 2015 al 2017: Marinos de Anzoátegui

Keving Palacios saboreó las mieles del triunfo nuevamente cuando le tocó formar parte de la plantilla de Marinos de Anzoátegui en el año 2015 y, a su vez, sumar un nuevo anillo a su trayectoria.

Un año más tarde, pasó a las filas de Guaiqueríes de Margarita como parte de un préstamo, pero, en 2017, regresó a Marinos y fue allí cuando decidió retirarse definitivamente del baloncesto como jugador profesional.

“Mi retiro lo decidí yo. Aunque “Cheo” (Gerente Deportivo de Gladiadores) todavía me llamaba para que siguiera jugando, pero era difícil, porque jugar en Venezuela representaba un panorama muy parecido al actual, en el que la temporada muerta duraba mucho tiempo, y las próximas fechas de inicio eran muy inciertas”, aclaró.

Aunado a ello, nació su hijo en la misma época y admite que se tomó “a pecho” su rol de padre y que, además, había comenzado a llevar a cabo otras actividades alternas al baloncesto.

“A veces me cohibía de jugar porque no me sentía tan contento como siempre. El basket es mi vida, e inclusive, últimamente he jugado, y me he sentido contento, y hasta me ha provocado caimanear. Pero, en ese momento, no me sentía 100% a gusto. Quizás era porque sabía que se acercaba el final de mi carrera, y a lo mejor lo quería acelerar. Sentía como un despecho antes de tiempo”, comentó.

Números memorables

  • 20 de enero, año 2007: 23 puntos en la victoria de Stal Ostrów Wielkopolski 109 – 98 sobre Gdanski.

“Ese día sentí mucho frío”, recuerda Keving entre risas. Aparte, agrega que “Polonia me ayudó mucho a darme cuenta de cómo es la carrera profesional de un atleta porque, cuando estaba en la universidad, yo pensaba que me convertiría en profesional y que todo sería color de rosas”.

“Polonia representó altibajos: mi primer contrato, -10°C de frío, banquillo, pagos retrasados, no me gustaba el sitio en donde vivía. No obstante, todo ese conglomerado de cosas, al final me ayudaron, en lugar de perjudicarme…”, reitera.

  • 15 de marzo, año 2012: Capturó 11 rebotes en la derrota de Panteras de Miranda 80 – 76 ante Bucaneros de la Guaira.
  • 21 de mayo, año 2013: Asistió en 3 oportunidades en la victoria de Panteras de Miranda 91 – 89 sobre Bucaneros de la Guaira.
  • 03 de febrero, año 2007: Tuvo una valoración de 23 en la victoria de Stal Ostrów Wielkopolski 99 – 82 sobre Hotwika.

“¡Eso sí me gusta! La valoración… Esa es una buena estadística. ¡Muy buena! Y hoy, que soy coach, es lo primero que veo. Además, ese dato demuestra y me recuerda las herramientas que tenía como jugador. Porque no solamente se logra una valoración de 23 metiendo puntos. También influyen los rebotes y las asistencias”, explica “K.P.”.

Su historia en Gladiadores de Anzoátegui

Keving cuenta que “Cheo”, quien ha sido pieza fundamental en su proceso del coaching, ya sabía que su carrera se estaba relativamente llegando a su fin. Y le dio una llamada.

De esa forma, en el año 2019, llegó a Gladiadores de Anzoátegui.

“Cheo” me trajo al staff de asistentes, y yo todavía no me lo creía, ya que resulta muy difícil, primero ser jugador, y después ser entrenador. Es un shock fuerte y una transición complicada”, confiesa.

En aquel entonces, admite Keving, lo hacía más por otra cosa que por vocación. Sin embargo, tiempo después, descubrió que sí tenía el don de coach en la sangre.

“Todos me decían que sí podía, que asumiera, porque aparte de que me serviría de motivación, me sentiría útil. Y yo no quería ser uno de esos entrenadores que se enfocan solamente a llevar las estadísticas del juego con un papel y un lápiz. Yo quería ir más allá”, especificó.

“Y en esta nueva parte de mi carrera, quizás puedo tener una idea de qué es lo que están pensando los jugadores en cualquier momento. Trato de ponerme en sus zapatos precisamente porque ya yo viví muchas cosas. Por lo tanto, usar la empatía en esta era del coaching, es primordial”, sostiene.

Admiración especial por Gregory, el “Súper Ratón”

Dentro del baloncesto profesional venezolano, “K.P” asegura sentir mucha admiración y respeto “por los jugadores que tenemos ahorita en el equipo; sobre todo por los que jugaron conmigo y fueron mis compañeros de equipo. Hay una afinidad. No sé si de coach, pero sí muy fuerte”.

Asimismo, extiende tal admiración hacia Gregory Vargas no sólo por la amistad que los une dentro y fuera del ámbito laboral, sino también por las vivencias en común en los tabloncillos del basketball criollo.

“Gregory y yo quedamos campeones en 2015, y ese año, él fue líder en asistencias. Pero también fue una época muy productiva para mí anotando puntos”, rememoró Keving.

“Obviamente Gregory también fue parte de eso. Entonces, entre los pilotos y los grandes, siempre habrá una relación diferente. Y Gregory y yo tenemos esa clase de relación. La verdad, estoy bastante orgulloso de dirigir a uno de los mejores pilotos de este país”, apunta.

“K.P.” Vs. “The King”

Keving se considera fan de LeBron James, la leyenda viva del mejor baloncesto del mundo. Pero, esa no es la noticia… “Tuve la oportunidad de jugar contra él allá en Estados Unidos cuando era un muchacho”, cuenta con orgullo.

“Fue en el año 2002, cuando estudiaba bachillerato en una institución llamada San Benedict’s Prep, en New Jersey. Allí también estudiaban David Cubillán y Gregory Echenique. Ese colegio era de alto rango, y siempre asistíamos a torneos muy pero muy difíciles. Y así fue como nos tocó jugar contra ese “caramelo””, recuerda Keving.

Otras áreas de interés

Keving Palacios estudió Estudios Internacionales y, por obvias razones, se autodefine como un gran seguidor de personajes de la talla de Martin Luther King Jr., Malcolm X, y muchos otros líderes, activistas e historiadores de tal índole.

Pero, la anécdota resulta curiosa y hasta chistosa debido a que “en un principio, yo quería estudiar Negocios Internacionales. Y South Carolina tiene muchas relaciones con compañías dentro de ese ámbito”, explica.

“Cuando fui a la primera clase, me tocó ingresar a un teatro del tamaño de la mitad del gimnasio “Luis Ramos”. El profesor tenía un láser (puntero) en mano, y estaba explicando la contabilidad. Duré 5 minutos en la clase… Luego, salí corriendo a donde mi advisor (tutor) y le dije: “Si yo me quedo en esta clase, voy a “raspar”, porque no entiendo nada”, mencionó entre carcajadas.

Acto seguido, Keving le preguntó al tutor que, si podía cambiarse de carrera, a lo que éste le respondió:

-Sí, te puedes cambiar. En lugar de que sean Negocios, que sean Estudios. Pero ¿te gusta leer?-

-Sí, no tengo problemas en leer- Respondió Keving.

-Porque aquí hay mucha historia- Replicó el tutor.

“Entonces, comencé a leer historia, muchas biografías y allí es donde nace mi pasión por esos próceres y líderes que mencioné anteriormente”, aclaró.

¿Qué es la familia para Keving Palacios?

Wow! ¡Qué palabra! Mi familia lo es todo. Es lo mejor que me ha pasado como ser humano”, asevera.

“Cuando me hablas de familia, pienso que tengo dos: la que me regaló Dios, que son mis hijos y mi esposa, y la del baloncesto, a la cual veo más que a mis propios hijos, prácticamente. Por eso siempre trato de encontrar un balance entre las dos”, añade.

Además, a manera de chiste, menciona que “cuando mis hijos se dirigen uno al karate y el otro al fútbol, me duele, pero no digo nada”.

Palabras al baloncesto

Yo probablemente no conozco otro deporte. Tú me puedes hablar de beisbol y sé un poquito. De fútbol, y sé un poquito. Y tal vez digo “poquito” para no decir “casi nada”.

Lo que pasa es que, desde niño, no sólo mi papá era fanático del basket, sino que también mi mamá lo es. Y ya que no pudo ponerme a jugar béisbol, se dedicó estrictamente a inculcarme el amor por los tabloncillos, igual que mi padre.

Al basket le debo muchas cosas. Aún le debo muchas cosas. Gracias a él, pude salir del país, conocer lugares maravillosos y personas excelentes.

Entonces, por esa sencilla razón, estoy tratando de poner mi granito de arena otra vez…

Publicado: Thursday, Jul 04

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